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viernes, 26 de abril de 2013


Los que están en contra de la reforma migratoria recorren Washington



Los enemigos de la reforma migratoria recorren Washington para exigir que pare el proceso de conversaciones hasta que los atentados terroristas de Boston sean esclarecidos. Lo exige el influyente senador republicano de Iowa, Charles Grassley, quien asegura que cualquier iniciativa de cambio a la ley de inmigración debería responder primero y de manera definitiva a la pregunta: “¿Cómo pueden ciertas personas evadir a las autoridades y planear semejantes ataques en nuestro suelo?” Y al parecer se lo exigieron al senador Marco Rubio comentaristas radiales conservadores a quienes en vano les pidió apoyo a la reforma en la capital el pasado fin de semana. Son indicios claros de que el camino hacia la reforma será más escarpado de lo que ya era. Y que sus proponentes, demócratas y republicanos, necesitarán aún más valentía y audacia de la que ya han demostrado en su defensa.

Los adversarios de la reforma concretamente alegan que legalizar a millones y aumentar el número de visas permanentes para extranjeros agravaría la amenaza a nuestra seguridad nacional al facilitar el ingreso y la permanencia en el país de terroristas potenciales disfrazados de inmigrantes. Es lo que, en esencia, argumentó el senador Grassley hace unos días. Pero lo cierto es que tanto esa propuesta como la que contemplan ocho representantes sacaría de las sombras a los indocumentados e ingresaría sus nombres e identidades a un registro nacional. Aquellos que tengan serios antecedentes penales quedarían excluidos de la legalización y enfrentarían la deportación.


Las salvajadas de Boston deberían servir para hacer ajustes y cerrar brechas de seguridad en una eventual reforma migratoria. Esos crímenes brutales no hacen menos necesarios los cambios humanistas y prácticos a nuestro descarriado sistema migratorio, el cual divide dolorosamente a muchas familias y margina a millones de personas de la economía nacional.

Pero el miedo y la paranoia no deberían guiar la discusión sobre la reforma o sobre cualquier otro aspecto de nuestra política doméstica o internacional. Por el contrario. Nuestros líderes deberían reconocer la oportunidad excepcional de fortalecer la seguridad nacional incluyendo en los planes migratorios medidas concretas que permitan examinar, uno por uno, a todos los que han ingresado a Estados Unidos legal o ilegalmente y cerciorarse de que son personas que han venido a trabajar, estudiar o reunificarse con familiares cercanos que ya viven como miembros provechosos de nuestra sociedad.

Fuente
Providence

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