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viernes, 2 de agosto de 2013

Otto Reich demanda a tres empresarios venezolanos

El ex embajador de Estados Unidos en Venezuela, Otto Reich, demandó a tres empresarios venezolanos en Nueva York, bajo acusaciones de soborno a empleados del gobierno de Venezuela para obtener un contrato para construir una planta de generación eléctrica.
Reich agrega que los ejecutivos de Derwick Associates —Leopoldo Alejandro Betancourt López, Pedro José Trebbau López y Francisco D’Agostino Casado— lo difamaron y ocasionaron que su negocio de consultoría Otto Reich Associates perdiera negocios.
“Los acusados utilizaron Derwick Associates para asegurar contratos públicos inflados en Venezuela, pagando a funcionarios públicos grandes cantidades de dinero a cambio de que les otorgaran contratos, enriqueciéndose ilegalmente en el proceso”, se lee en la demanda.
Reich asegura que los tres ejecutivos violaron leyes de EEUU al obtener varios contratos para construir plantas de generación en Venezuela entre 2009 y 2012 pagando sobornos a funcionarios públicos en el país, incluyendo al presidente de Petróleos de Venezuela y ministro de Petróleo y Minas, Rafael Ramírez, y a los presidentes de Corpoelec de Caracas y Guayana.
Los abogados de Betancourt y Trebbau afirmaron en un comunicado que la demanda no tendría sustento, pues sus clientes no tenían trato con  D’Agostino ni realizaban negocios en Nueva York.
Reich también afirma que perdió un contrato de asesoría de 20.000 dólares mensuales con el Banco Venezolano en Florida, luego de Betancourt y Trebbau habrían contactado a un accionsita del banco y convencerlo que Reich estaría trabajando para Derwich mientras estaban en medio de una demanda por difamación en su contra.
También habría perdido otro contrato de 20.000 dólares mensuales con un empresario venezolano luego que Trebbau y Betancourt repitieran la acción.

Juan Carlo Rodríguez via El Nuevo Herald

jueves, 13 de junio de 2013

Videos.-Tres muertos y 315 heridos en un choque de tren en Buenos Aires

A las 7.04 el ruido de un impacto interrumpió el silencio y tranquilidad en la localidad de Castelar. Oscar Zein estaba a punto de terminar su turno como vigilante de una garita de seguridad, ubicada en Navarro y N. de Arredondo. A escasos metros, no podía creer que lo que veía: otra vez la línea Sarmiento, otra vez una colisión . Los gritos de los pasajeros se reproducían. "Era desgarrador", dice.


"Escuché el ruido de una turbina y, a continuación, gritos. Con el accidente se cortó la luz del tren. La gente empezó a romper los vidrios para salir. No se veía nada", cuenta Oscar a LA NACION. Lo primero que hizo fue llamar al 911, después, intentó- como la mayoría de los vecinos- ayudar.

A esa hora, cuenta, empieza a haber tráfico porque hay dos colegios cerca. "Los que podían escapar del tren saltaban las vallas, y corrían. Había humo y a lo mejor se podía incendiar el tren. Era un peligro. Corté el tránsito", dice.

El ruido del choque despertó a Yaquelin Redondo. Llamó a los bomberos, despertó a su tía. Con nervios se asomó por la ventana para ver que sucedía. La imagen fue horrible. Un chico, de aproximadamente 16 años, asomaba su cabeza, atrapado en el vagón.

"Acá tembló todo. Parecía una explosión. Me crucé para ayudar. El chico que vio mi sobrina, es al que después le amputaron la pierna", dice aún consternada, Paula Fernández.

Así, los testimonios se repiten. Luis Rizzo vive también en la zona. Sintió el impacto. "Fue como si se hubiese caído un avión", dice. Iris Berges, que vive con su hijo, saltó de la cama al escuchar los ruidos. "Es una desastre. La gente corría por la calle", manifiesta.

Un testigo del caso, que prefiere mantener el anonimato, sabe a qué se refiere Inés, y es consciente de que no será fácil borrar de su mente lo que vio. Según relata le tocó ver los tres cuerpos muertos y gente herida. "Había sangre por todos lados, no te podés imaginar lo que era", expresa.

El hombre, de unos 27 años, se tomó un tren de la línea Sarmiento, "uno antes de los dos colisionaron cuenta". Se bajó en la estación Castelar, y empezó a caminar para dirigirse al vivero en cual trabaja. A las pocas cuadras, un fuerte ruido. Vio el tren, y empezó a ayudar.

"Saqué a una señora en silla de ruedas, y una chica con síndrome down, además de otras seis personas. Después vino la policía y los bomberos y me pidieron que me alejara para poder trabajar", dice.

De acuerdo a su testimonio, después, por ser uno de los primeros en ayudar y haber visto todo, la policía lo usó como testigo, al igual que otra persona. Le tocó, aunque no hubiese querido, ver el procedimiento. Entró, incluso, a la cabina del Motorman.

"Los heridos ya habían sido trasladados a hospitales, pero aún estaban los tres cuerpos sin vida; dos en la formación 2609. No sabés lo que era. No quería mirar. Te desmayas a los segundos", dice.

Aún no puede creer la suerte que tuvo, "tranquilamente podría haber estado en el tren del accidente", dice.



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